domingo, 12 de septiembre de 2010

A unos 10 metros. (AKA: A unos 10 "minumetros")

Este relato es muy especial para mi. Además de ser uno de los mejores que he escrito, con el reviví un premio en un concurso en Plasencia y viví un viaje extraordinario que siempre guardaré en mi memoria como uno de los mejores momentos de mi vida.
Es un poco duro, pero espero que os guste.

(Finalista XXXI Concurso Literario Gerardo Rovira)


"Me acaban de quitar la bolsa de la cabeza. Esa bolsa estaba oscura y olia mal. Nos bajan del camión. Otros camiones pasan entre nosotros. Supongo que en ellos van más como yo. Nos colocan en fila y nos golpean, nos golpean con una estaca para que avancemos !Duele, duele muchísimo! Ya veo el cadalso, lo tengo ¡me duele! a unos 10 metros ¡ah!. Creo que me han roto el brazo, me duele y sangro. Me cae sangre por el codo y no lo aguanto, me duele demasiado, no lo aguanto. Lo tengo a unos diez metros pero me ponen otra vez la bolsa en la cabeza, no veo nada, tengo calor. En este país siempre hay mucho calor o mucho frío, en este país no hay términos medios. Tengo miedo, siento los golpes, los gritos, el dolor, el olor asqueroso de la bolsa que tengo en la cabeza, la gente grita, se escuchan golpes, no nos dejan avanzar, algunos lloran, lloran, lloran como ella lloró cuando tuve que... tuve que pegarla y no quería. Desde que nos casamos creo que ella sabía lo que yo era, y nunca le importó, Era muy hermosa y lloraba porque tuve que pegarla, y lloraba, pero tenía que ser así, ambos lo sabíamos, porque era ahora una mujer casada, y c8ando una mujer casada en este lugar no tiene los ojos morados e hinchados, o algún hueso roto, sus amigas hablan, ellas se enseñan los golpes, presumen de ellos, y si no los tienes la policía religiosa empieza a hacer preguntas, y ella pasó todo el día llorando, y yo también, pero sería peor la policía femenina, malditos... ¡Ah! Me han golpeado en la pierna, nos ponen de rodillas, el calor de la sangre me baja por el brazo, malditos, ellos crearon la policía femenina. Ya no sabes que mujer puede denunciar a la que no tienen golpes, teníamos miedo. Tengo miedo, nos hacen avanzar, avanzamos muy lentamente ¡ZAS! Escucho la cuerda de la horca tensarse, las manos despellejándose intentando aferrarse a algo, las uñas rotas arañando la soga, los gritos desgarrar en medio del ahogo, los golpes, las patadas, la sangre correr sobre la piel, está caliente, no aguanto el dolor. Pegarla no sirvió de nada. Cuando la descubrieron la castigaron a ella, la lapidaron, obligaron a sus familiares a matarla, a lanzar aquellas piedras que quebraban sus huesos, a sus amigos, a arrancarle la vida de la piel. Rogaba. Lloraba. Imploraba. Moría. Afortunadamente no teníamos hijos, si no, ellos tendrían que haber lanzado las últimas piedras contra los restos de su madre mientras viviese. No pude soportarlo. Me obligaron a verlo. Yo la maté, murió por mi culpa. Si no hubiese... ¡Ahh! Me siguen golpeando, ese garrote se hunde en mi carne, no puedo oír nada, me ahogo, el ruido es ensordecedor. -¡Caminad, malditos asquerosos!- Solo se escuchan gritos ensordecedores. El calor de la sangre me lame el brazo. Cuando mi familia se enteró nadie quiso acercarse a mi, todos me repudiaron. No les culpo. Si hubieran hecho alguna otra cosa habrían ido detrás de mi. Tal vez vallan de todos modos. O quizás les están obligando a verlo. Si, seguramente tendrán que ver a su hijo morir. Primero verán como me dejan caer colgando de la cuerda. Con un poco de suerte me desnucaré en el acto, si no, tendrán que ver como... ¡Caminad, malditos asquerosos!- Ningún, ningún padre debería ser condenado a ver como su hijo... Les obligarán a verlo. Y después ellos tendrán que agradecer a la policía religiosa que hayan ahorcado al infiel de su hijo. Lo se porque ¡Ahhh! Nos siguen golpeando. Lo se porque ya he visto a demasiados padres tener que alabar a los asesinos de sus hijos. Si no me desnuco, la asfixia... lo he visto demasiadas veces, el cuerpo se mueve violentamente. Lo peor es que es lenta, lo se porque lo he visto, porque desde niños nos obligan a verlo. Ella me advirtió, me dijo que era peligroso, pero lo hice. Nos arrojan al suelo y ¡Ahh! Nos dan patadas. Siento el dolor en las costillas. ¡Por favor parad! No aguanto el dolor. Intento protegerme pero cadenas me sujetan por pies y manos. No puedo respirar. Me agarran por el brazo que me han roto. ¡Ahh!El dolor es insoportable. Antes tenía la muerte a unos diez metros, hemos caminado unos pasos, pero no se si estamos más cerca. Ella me dijo que no debía hacerlo, pero no la escuché. La primera vez que hablamos fue a través de Internet. Internet existe hace escaso tiempo aquí, debí desconfiar.. -¡Caminad perros!- parecía una buena persona. Hablamos muchísimo, me sentía bien hablando con él. -Vamos asquerosos, subid!- Subo unos escalones de madera, ya he llegado. ¡ZAS! Una soga tensándose. Ruido de uñas rotas, de manos despellejándose desesperadas por aferrarse a algo, de piernas moviéndose compulsivamente, de vanos intentos por respirar. Me sentía bien hablando con él, me ¡ZAS! Encantaba. Creo que me había enamorado. Pero ¡Ahhh! Apenas se puede respirar con esta maldita bolsa. Era un policía. ¡ZAS! ¿Por que no hice caso de lo que ella me había dicho? Era de la policía religiosa. ¡ZAS! La policía entró en la casa. La lapidaron a ella. Me obligaron a verlo, me ¡ZAS! Metieron en un camión y me trajeron a este lugar. Dicen que en los países de Occidente no nos persiguen, ¡ZAS! Sería maravilloso, pero no se is será verdad. ¡ZAS! Dicen que en Occidente las mujeres tienen los mismo derechos que los hombres, que ¡ZAS! Pueden estudiar, vestir como quieran, incluso dicen que es delito ¡ZAS! que sus maridos las peguen. Las cuerdas cada vez ¡ZAS! suenan más cerca. No quiero morir. Nadie quiere morir. Mis pobres padres tendrán ¡ZAS! Que verlo. No es justo. No creo haberle hacho daño a nadie. No he hecho nada malo. Tengo miedo. ¡ZAS! No quiero morir. -¡Coged a ese!- La cuerda pasa por mi cara. La siento bajo la bolsa que me cubre la cabeza. La aprietan. El esparto me hiere el cuello. No puedo respirar, me duele todo el cuerpo, oigo algo, la trampilla que tengo bajo mis pies se abre ¡ZAS! Caigo, el dolor recorre todo mi cuerpo, me ahoga, duele, intento sujetarme a algo, se que es imposible, no puedo respirar, me ahogo, me rompo las uñas tratando de partir la soga, en inútil, me ahogo, el dolor es terrible, no puedo respirar, no puedo respirar, no pued..."

1 comentario:

  1. Me pone los pelos de punta este relato,desde que lo leí por primera vez.
    Sí,así nos conocimos,gracias a este relato...

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