domingo, 13 de marzo de 2011

Tres días de amor (Tercera parte)

Si las balas de los alemanes no terminaban por matar a todos los rusos,‭ ‬lo haría la condenada falta de alimentos.‭ ‬Pocos años se recordaban tan sangrientos como aquel‭ ‬1942‭ ‬que estaba a punto de concluir.‭ ‬Pero era el precio que las tropas,‭ ‬siempre necesitadas de reclutas,‭ ‬tenían que‭  ‬pagar por recuperar la tierra de Rusia de las garras de aquel traidor de Hitler.‭ ‬y se estaba logrando.‭ ‬Los ejércitos soviéticos,‭ ‬metro a metro,‭ ‬avanzaban a través de la nieve sobre las filas alemanas.‭ ‬La contraofensiva de Stalin era vital para el futuro de la URSS y de toda Europa.‭ ‬Por fortuna,‭ ‬al pequeño pueblo de Ufa apenas habían llegado los enfrentamientos ni las grandes levas.‭ ‬El estar en una zona ciertamente remota hacía que enviar oficiales hasta el lugar para efectuar el reclutamiento fuera más costoso que los resultados del mismo.‭ ‬Pero esta relativa seguridad traía aparejada la ausencia casi total de alimentos durante el invierno,‭ ‬en especial durante la gran guerra.‭ ‬La mayoría de los koljost de la zona producían alimentos que de inmediato iban a alimentar a las tropas en el frente.‭ ‬Todo lo que en la tierra de aquel lugar germinaba,‭ ‬sin embargo,‭ ‬pasaba por las manos de los Ivanof.
‭ ‬La familia,‭ ‬de antigua ascendencia Boyarda apropiadamente ocultada desde la caída del Zarismo,‭ ‬se había ganado la simpatía del Partido,‭ ‬mérito que se traducía en la suculenta responsabilidad que sobre sus hombros descansaba,‭ ‬la de administrar la producción colectiva de la zona.‭ ‬Poco había cambiado desde‭ ‬1917.‭ ‬En mitad de una de las infernales noches de invierno con las que Rusia hostiga a sus compatriotas,‭ ‬mientras el gélido viento golpeaba las paredes de las casas y la nieve se amontonaba del otro lado de muros,‭ ‬ventanas y puertas,‭ ‬Dimitri deambulaba nervioso entre las ciegas sombras nocturnas.‭ ‬En su mano tenía una gargantilla de oro‭ (‬o lo que los mercaderes le decían que era oro‭)‬,‭ ‬que le había costado cerca de un año de su jornal.‭ ‬No había sido difícil conseguirla,‭ ‬siempre había alguien que tenía un amigo,‭ ‬un familiar o un conocido con mercancía de contrabando dispuesto a regatear.‭ ‬Pero ahora que ya la tenía en sus manos,‭ ‬Dimitri se preguntaba que hacer con ella.‭ ‬Hasta que la había conseguido no dudaba sobre lo que debía hacer con ella.‭ ‬Ahora surgían los titubeos.‭ ‬Las dudas.‭ ¿‬Sería acaso‭  ‬demasiado‭? ‬Katerina era de una familia de gran alcurnia,‭ ‬incluso tras la caída de los linajes,‭ ‬su familia era el espejo al que todo joven amante del Partido tenía que mirarse.‭ ‬El,‭ ‬un simple trabajador del campo.‭ ‬Hacía justo dos años que se habían besado por primera vez.‭ ‬Fue en una fiesta.‭ ‬La familia de Katerina ocasionalmente se dejaba ver junto a los trabajadores,‭ ‬en especial cuando llegaba algún enviado desde Moscú.‭ ‬Aquel día algo cambió dentro del corazón de Dimitri.‭ ‬El joven,‭ ‬nacido fruto de la necesidad de una mujer que era secreto a voces que se vendía entre los campesinos de todo Ufa,‭ ‬estigmatizado desde ates de venir al mundo,‭ ‬siempre se había caracterizado por ser amante de la soledad,‭ ‬por tener una mirada sombría incluso cuando estaba alegre.‭  ‬Por no creerse merecedor de alguien como Katerina.
 ‬Aquel beso forjó otro Dimitri.‭ ‬Uno que comenzó a creer que quizá el destino,‭ ‬al final,‭ ‬tuviera algo reservado para el.‭ ‬Que se sentía diferente,‭ ‬especial.‭ ‬Que se sentía feliz.‭ ‬Su madre,‭ ‬que por aquel entonces se había casado con un anciano viudo más en condición de criada que de esposa,‭ ‬no tardó en descubrir lo que su hijo en vano‭ (‬y con cierta torpeza‭) ‬trataba de ocultarle.‭ ‬Nunca le reprochó su arrojo,‭ ‬si bien tampoco dejó de ver lo que su hijo hacía con la joven Katerina como un mero interés.‭ ‬Desde entonces,‭ ‬se servían de cada recoveco,‭ ‬de cada instante de tiempo,‭ ‬de cada fiesta en la que el resto del pueblo estaba distraído,‭ ‬para encontrarse.‭ ‬Con cada retraso del otro sufrían mil muertes,‭ ‬con cada día en que no se veían apretaban de impaciencia dientes y uñas,‭ ‬con cada vez que a alguno le era imposible acudir a la cita padecían esos dolores que solo los corazones‭  ‬jóvenes son capaces de soportar y disfrutar.‭
Unos días antes,‭ ‬y mientras trabajaba en una parcela,‭ ‬Dimitri escucho como un compañero de trabajo le decía a sus espaldas:

-Dimitri,‭ ‬jamás había imaginado que fueras un gran jinete.‭ ‬Dime‭ ¿‬Como es montar a una yegua de primera clase‭? ¿‬Hay que domarla igual que a las demás‭?

El joven,‭ ‬enfurecido,‭ ‬se volvió contra su compañero para ver como un grupo se reía de la frase que acababa de escuchar.‭ ‬Sin pensarlo dos veces,‭ ‬le golpeó en plena cara iniciando una trifulca que solo cesaría con la mediación de sus superiores.‭ ‬Hacía días que los rumores se habían extendido como la pólvora.‭ ‬Burlas e insultos llovían sobre Dimitri de quienes creía sus amigos‭ «‬De tal palo tal astilla‭»‬,‭ «‬Cuantos como Dimitri tienen una fortuna entre las piernas‭» ‬y un sin fin más.‭ ‬Pero la mayor parte de las habladurías recaían sobre su madre,‭ ‬usando este episodio como pretexto para atacar a aquella sucia mujer.‭ ‬Muchos eran los que veían en la acción de Dimitri no solo una sucia artimaña,‭ ‬sino una vil traición a su clase,‭ ‬a sus raíces sociales,‭ ‬por acercarse a esa mujer pudiendo haber elegido a cualquier otra que fuera verdaderamente trabajadora.‭

Al día siguiente,‭ ‬ambos se vieron en una laguna oculta entre los arboles.‭ ‬El corazón de Dimitri palpitaba de manera incontenible en su pecho.‭ ‬Tras esperar tanto como le fue posible,‭ ‬le pregunto aquello que durante días le había estado rondando por la mente.‭ ‬Desde hacía semanas se rumoreaba que un importante miembro del Partido,‭ ‬el Comisario Camarada Belovzorov,‭ ‬se dirigiría al Ufa para tomar a Katerina como su esposa.‭ ‬Ella no supo engañarle.‭  ‬Un puesto en el‭ «‬Politburo‭» ‬de Moscú,‭ ‬aquella era una ocasión que su familia jamás podría dejar pasar.‭ ‬Ese día,‭ ‬Dimitri no le dió a Katerina la gargantilla.‭ ‬No se sintió capaz.‭

Uno tras otro,‭ ‬Sol tras Luna,‭ ‬pasaron los días.‭ ‬Una tarde de Jueves,‭ ‬mientras,‭ ‬Dimitri trabajaba,‭ ‬su superior le informó de que el Camarada Popov,‭ ‬director de aquel complejo,‭ ‬quería verle.‭ ‬Al entrar en la sala de reuniones del edificio principal,‭ ‬sin embargo,‭ ‬Dimitri solo se encontró una silueta menuda recortada sobre una gran ventana.‭ ‬A Katerina no le había sido difícil hacer que el encargado de la explotación actuase tal y como ella le ordenara,‭ ‬habida cuenta de su inminente apellido.‭ ‬Cuando reconoció su cara,‭ ‬Dimitrí se abalanzó sobre ella y ambos se besaron como si los dos corazones llevaran años sin verse.‭ ‬Unos instantes después,‭ ‬Katerina sacaba de entre los pliegues de su ropa un montón de papeles.‭ ‬Entre ellos se distinguían folios con algo escrito,‭ ‬un poco de dinero,‭ ‬un par de mapas y dos billetes de tren.‭

-He conseguido estos dos billetes.‭ ‬Podemos irnos de aquí mañana mismo.‭ ‬Sin que nadie lo sepa.‭ ‬Sin que nadie nos detenga.‭ ‬Nosotros dos,‭ ‬juntos.-‭

-Katerina,‭ ¿‬pero que...‭?‬-

-Escucha.‭ ‬Ese hombre,‭ ‬ese Belovzorov,‭ ‬no quiero casarme con él.‭ ‬Yo,‭ ‬quiero vivir contigo.‭ ‬Esta es nuestra oportunidad.‭ ‬Nuestra oportunidad para amarnos asta la muerte.-

Dimitri la miró desconcertado.‭ ‬Los ojos,‭ ‬grandes y vivos,‭ ‬de Katerina,‭ ‬se clavaban sobre su mirada interrogándole,‭ ‬tratando de ver en sus adentros y rogándole que la salvara de su destino.‭ ‬La mano de Dimitri se paseó por los dorados cabellos de la joven.‭ ‬Sus dedos acariciaron el lóbulo de su oreja,‭ ‬su babilla y sus pálidos y ligeramente sonrosados carrillos.‭ ‬Sabía que aquello le encantaba.‭ ‬Sentía como apretaba su cara contra la palma de su mano mientras cerraba los ojos.‭ ‬Como le devolvía la caricia con sus dedos,‭ ‬finos y con uñas cuidadas,‭ ‬en su mentón,‭ ‬su barba y su cuello.‭ ‬Ambos se conocían demasiado bien.‭ ‬Sabían exactamente lo que el otro sentía.‭
Dimitri se imaginó,‭ ‬por un instante,‭ ‬solo un instante,‭ ‬a si mismo como el marido de esa mujer.‭ ‬Veía a los dos viviendo en una casa,‭ ‬paseando de la mano,‭ ‬criando a sus hijos,‭ ‬envejeciendo juntos.‭ ‬Disfrutó aquel sueño.‭ ‬Y luego se repitió a así mismo que aquello era todo lo cerca que nunca estaría de vivir aquella vida.‭

-Katerina. Esto ha llegado demasiado lejos. Ese tren, esa fuga. ¿Hablas en serio? Si quisiera vivir como un pobre vagabundo, me quedaría aqui. Almenos estaría a salvo de la ley. Escuchame, será mejor que te diviertas con tu marido cuando venga y te olvides de mi.-‭

Dimitri veía todas sus esperanzas esfumarse,‭ ‬sentía como la vida se le iba como la arena se va entre los dedos de una mano que se cierra.‭ ‬Pero huir de esa manera,‭ ‬obligando a Katerina a vivir una vida de miseria,‭ ‬escapando de la ley,‭ ‬hasta que todo terminara con una detención.‭ ‬No,‭ ‬jamás se perdonaría algo así.‭ ‬Katerina no merecía esa vida.‭

-No,‭ ‬por favor.‭ ‬No me abandones.‭ ‬No me dejes.‭ No puedes. ‬Quiero ser feliz,‭ ‬feliz contigo.-

-Escucha. Y escuchame bien porque solo lo repetiré una vez. Sin tu apellido, sin estas tierras que tienes, no me vales de nada-

Katerina rompió a llorar.‭ ‬Empujó a Dimitrí con violencia y avanzó hacia la puerta.‭ ‬En ese momento,‭ ‬Dimitri pudo haber dicho una infinidad de cosas.‭ ‬Podría haberle dicho que la amaba más que nada en el mundo,‭ ‬que no soportaría verla marchar,‭ ‬o que prefería morir a dejar de amarla,‭ ‬pero no dijo nada.‭ ‬Quería a Katerina más que a si mismo,‭ ‬Adoraba a aquella mujer que ahora le odiaba,‭ ‬que lloraba por su culpa.‭ ‬Y precisamente por eso,‭ ‬porque la amaba demasiado,‭ ‬tenía que herirla,‭ ‬tenía que hacerla sufrir.‭ ‬Tenía que dejar que se fuera.‭ ‬Antes de abandonar la habitación,‭ ‬Katerina se volvió.‭ ‬Le miró durante unos instantes.‭ ‬En total silencio.‭ ‬Y se fue.‭
Aquella noche,‭ ‬Dimitri pensó en Katerina.‭ ‬Pensó en aquel hombre,‭ ‬aquel Belovzoroz besando sus labios,‭ ‬apretando con sus manos el delicado cuerpo de la joven,‭ ‬jadeando como un perro sobre ella,‭ ‬manchando con su sudor la piel que él había acariciado y besado mil veces,‭ ‬y que otras mil lo haría si pudiera.‭ ‬Se imaginó a los recién casados paseando entre la gente,‭ ‬celebrando una fiesta por su matrimonio.‭ ‬A katerina buscándole con una mirada oscura y vacía.‭ ‬No pudo contener su furia.‭ ‬Golpeó con todas sus fuerzas una pared.‭ ‬Una vez.‭ ‬Otra.‭ ‬Otra.‭ ‬Otra.‭ ‬Otra.‭ ‬Hasta que la rompió.‭ ‬Y callo de rodillas,‭ ‬con sus nudillos ensangrentados.‭ ‬Y por primera vez desde hacía mucho tiempo,‭ ‬rompió a llorar.‭

El ajetreo de los preparativos para la boda era incesante.‭ ‬Katerina apenas pudo encontrar un rato para escapar del bullicio para encaminarse hacia la aldea.‭ ‬Deambuló entre las modestas cabañas y casas desvencijadas hasta llegar a la de Dimitri.‭ ‬Sentía un nudo en el estomago.‭ ‬Quería hablar con él. Con el hombre que la había traicionado.‭ ‬Solo una vez más.‭ ‬Solo quería despedirse de él.‭ ‬Solo verle por última vez.‭ ‬Solo poder conservar un último recuerdo feliz de su amor.‭ ‬Llamó a la puerta.‭ ‬Nadie abrió.‭ ‬Solo tras insistir apareció la madre de Dimitri del otro lado de la hoja.‭ ‬Tenía la cara ajada y distante,‭ ‬con los ojos enrojecidos por el llanto.‭ ‬Katerina le preguntó por Dimitri.‭ ‬la mujer contestó que no sabía nada de él desde que se había ido.‭ ‬Un día,‭ ‬al volver de trabajar,‭ ‬golpeó hasta romper una pared‭  ‬de madera en plena noche.‭ ‬Después,‭ ‬sin apenas despedirse,‭ ‬se subió a uno de los trenes que recogía reclutas para la guerra contra los Nazis.‭ ‬Katerina se quedó sin palabras para contestar.‭ ‬Sentía como sus piernas le fallaban.‭ ‬Se apoyó contra un muro de la casa para no caer en la espesa nieve.‭ ‬Justo cuando se disponía a irse,‭ ‬la anciana le dio una gargantilla dorada.‭ ‬Dijo que era de su hijo.‭ ‬Que pensaba dársela a alguien especial.

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