jueves, 17 de marzo de 2011

Un día en la ciudad.

Un reloj que da las 4:17 p.m.
gente que camina e ignora
un mundo, un mundo tras cada ventana y puerta.
Y hay días que no llueve, hay días que si 
cuando las sombras deambulan, escapan fatuas
oscuras y grises, del frío y del agua.
La mole afilada, de infinito devorar
rasga el cielo. Y sangra. 
Y sombras, grises, viejas, sin caras
desaparecen en las fauces.
Feroces soportales, uno tras otro, tras otro, tras otro
Quien fue, quien es, quien será
Solo el olvido lo sabe.
A quién odió, a quién amó. 
La lluvia se lo lleva. 
Calor que cae en la cera
se desliza y se va,
Y desaparece. Para siempre. Sin más.
Nuevos de aquellos. Grises, miles, sin rostro
vuelven a deambular. Y la ciudad vuelve a olvidar.

domingo, 13 de marzo de 2011

Tres días de amor (Tercera parte)

Si las balas de los alemanes no terminaban por matar a todos los rusos,‭ ‬lo haría la condenada falta de alimentos.‭ ‬Pocos años se recordaban tan sangrientos como aquel‭ ‬1942‭ ‬que estaba a punto de concluir.‭ ‬Pero era el precio que las tropas,‭ ‬siempre necesitadas de reclutas,‭ ‬tenían que‭  ‬pagar por recuperar la tierra de Rusia de las garras de aquel traidor de Hitler.‭ ‬y se estaba logrando.‭ ‬Los ejércitos soviéticos,‭ ‬metro a metro,‭ ‬avanzaban a través de la nieve sobre las filas alemanas.‭ ‬La contraofensiva de Stalin era vital para el futuro de la URSS y de toda Europa.‭ ‬Por fortuna,‭ ‬al pequeño pueblo de Ufa apenas habían llegado los enfrentamientos ni las grandes levas.‭ ‬El estar en una zona ciertamente remota hacía que enviar oficiales hasta el lugar para efectuar el reclutamiento fuera más costoso que los resultados del mismo.‭ ‬Pero esta relativa seguridad traía aparejada la ausencia casi total de alimentos durante el invierno,‭ ‬en especial durante la gran guerra.‭ ‬La mayoría de los koljost de la zona producían alimentos que de inmediato iban a alimentar a las tropas en el frente.‭ ‬Todo lo que en la tierra de aquel lugar germinaba,‭ ‬sin embargo,‭ ‬pasaba por las manos de los Ivanof.
‭ ‬La familia,‭ ‬de antigua ascendencia Boyarda apropiadamente ocultada desde la caída del Zarismo,‭ ‬se había ganado la simpatía del Partido,‭ ‬mérito que se traducía en la suculenta responsabilidad que sobre sus hombros descansaba,‭ ‬la de administrar la producción colectiva de la zona.‭ ‬Poco había cambiado desde‭ ‬1917.‭ ‬En mitad de una de las infernales noches de invierno con las que Rusia hostiga a sus compatriotas,‭ ‬mientras el gélido viento golpeaba las paredes de las casas y la nieve se amontonaba del otro lado de muros,‭ ‬ventanas y puertas,‭ ‬Dimitri deambulaba nervioso entre las ciegas sombras nocturnas.‭ ‬En su mano tenía una gargantilla de oro‭ (‬o lo que los mercaderes le decían que era oro‭)‬,‭ ‬que le había costado cerca de un año de su jornal.‭ ‬No había sido difícil conseguirla,‭ ‬siempre había alguien que tenía un amigo,‭ ‬un familiar o un conocido con mercancía de contrabando dispuesto a regatear.‭ ‬Pero ahora que ya la tenía en sus manos,‭ ‬Dimitri se preguntaba que hacer con ella.‭ ‬Hasta que la había conseguido no dudaba sobre lo que debía hacer con ella.‭ ‬Ahora surgían los titubeos.‭ ‬Las dudas.‭ ¿‬Sería acaso‭  ‬demasiado‭? ‬Katerina era de una familia de gran alcurnia,‭ ‬incluso tras la caída de los linajes,‭ ‬su familia era el espejo al que todo joven amante del Partido tenía que mirarse.‭ ‬El,‭ ‬un simple trabajador del campo.‭ ‬Hacía justo dos años que se habían besado por primera vez.‭ ‬Fue en una fiesta.‭ ‬La familia de Katerina ocasionalmente se dejaba ver junto a los trabajadores,‭ ‬en especial cuando llegaba algún enviado desde Moscú.‭ ‬Aquel día algo cambió dentro del corazón de Dimitri.‭ ‬El joven,‭ ‬nacido fruto de la necesidad de una mujer que era secreto a voces que se vendía entre los campesinos de todo Ufa,‭ ‬estigmatizado desde ates de venir al mundo,‭ ‬siempre se había caracterizado por ser amante de la soledad,‭ ‬por tener una mirada sombría incluso cuando estaba alegre.‭  ‬Por no creerse merecedor de alguien como Katerina.
 ‬Aquel beso forjó otro Dimitri.‭ ‬Uno que comenzó a creer que quizá el destino,‭ ‬al final,‭ ‬tuviera algo reservado para el.‭ ‬Que se sentía diferente,‭ ‬especial.‭ ‬Que se sentía feliz.‭ ‬Su madre,‭ ‬que por aquel entonces se había casado con un anciano viudo más en condición de criada que de esposa,‭ ‬no tardó en descubrir lo que su hijo en vano‭ (‬y con cierta torpeza‭) ‬trataba de ocultarle.‭ ‬Nunca le reprochó su arrojo,‭ ‬si bien tampoco dejó de ver lo que su hijo hacía con la joven Katerina como un mero interés.‭ ‬Desde entonces,‭ ‬se servían de cada recoveco,‭ ‬de cada instante de tiempo,‭ ‬de cada fiesta en la que el resto del pueblo estaba distraído,‭ ‬para encontrarse.‭ ‬Con cada retraso del otro sufrían mil muertes,‭ ‬con cada día en que no se veían apretaban de impaciencia dientes y uñas,‭ ‬con cada vez que a alguno le era imposible acudir a la cita padecían esos dolores que solo los corazones‭  ‬jóvenes son capaces de soportar y disfrutar.‭
Unos días antes,‭ ‬y mientras trabajaba en una parcela,‭ ‬Dimitri escucho como un compañero de trabajo le decía a sus espaldas:

-Dimitri,‭ ‬jamás había imaginado que fueras un gran jinete.‭ ‬Dime‭ ¿‬Como es montar a una yegua de primera clase‭? ¿‬Hay que domarla igual que a las demás‭?

El joven,‭ ‬enfurecido,‭ ‬se volvió contra su compañero para ver como un grupo se reía de la frase que acababa de escuchar.‭ ‬Sin pensarlo dos veces,‭ ‬le golpeó en plena cara iniciando una trifulca que solo cesaría con la mediación de sus superiores.‭ ‬Hacía días que los rumores se habían extendido como la pólvora.‭ ‬Burlas e insultos llovían sobre Dimitri de quienes creía sus amigos‭ «‬De tal palo tal astilla‭»‬,‭ «‬Cuantos como Dimitri tienen una fortuna entre las piernas‭» ‬y un sin fin más.‭ ‬Pero la mayor parte de las habladurías recaían sobre su madre,‭ ‬usando este episodio como pretexto para atacar a aquella sucia mujer.‭ ‬Muchos eran los que veían en la acción de Dimitri no solo una sucia artimaña,‭ ‬sino una vil traición a su clase,‭ ‬a sus raíces sociales,‭ ‬por acercarse a esa mujer pudiendo haber elegido a cualquier otra que fuera verdaderamente trabajadora.‭

Al día siguiente,‭ ‬ambos se vieron en una laguna oculta entre los arboles.‭ ‬El corazón de Dimitri palpitaba de manera incontenible en su pecho.‭ ‬Tras esperar tanto como le fue posible,‭ ‬le pregunto aquello que durante días le había estado rondando por la mente.‭ ‬Desde hacía semanas se rumoreaba que un importante miembro del Partido,‭ ‬el Comisario Camarada Belovzorov,‭ ‬se dirigiría al Ufa para tomar a Katerina como su esposa.‭ ‬Ella no supo engañarle.‭  ‬Un puesto en el‭ «‬Politburo‭» ‬de Moscú,‭ ‬aquella era una ocasión que su familia jamás podría dejar pasar.‭ ‬Ese día,‭ ‬Dimitri no le dió a Katerina la gargantilla.‭ ‬No se sintió capaz.‭

Uno tras otro,‭ ‬Sol tras Luna,‭ ‬pasaron los días.‭ ‬Una tarde de Jueves,‭ ‬mientras,‭ ‬Dimitri trabajaba,‭ ‬su superior le informó de que el Camarada Popov,‭ ‬director de aquel complejo,‭ ‬quería verle.‭ ‬Al entrar en la sala de reuniones del edificio principal,‭ ‬sin embargo,‭ ‬Dimitri solo se encontró una silueta menuda recortada sobre una gran ventana.‭ ‬A Katerina no le había sido difícil hacer que el encargado de la explotación actuase tal y como ella le ordenara,‭ ‬habida cuenta de su inminente apellido.‭ ‬Cuando reconoció su cara,‭ ‬Dimitrí se abalanzó sobre ella y ambos se besaron como si los dos corazones llevaran años sin verse.‭ ‬Unos instantes después,‭ ‬Katerina sacaba de entre los pliegues de su ropa un montón de papeles.‭ ‬Entre ellos se distinguían folios con algo escrito,‭ ‬un poco de dinero,‭ ‬un par de mapas y dos billetes de tren.‭

-He conseguido estos dos billetes.‭ ‬Podemos irnos de aquí mañana mismo.‭ ‬Sin que nadie lo sepa.‭ ‬Sin que nadie nos detenga.‭ ‬Nosotros dos,‭ ‬juntos.-‭

-Katerina,‭ ¿‬pero que...‭?‬-

-Escucha.‭ ‬Ese hombre,‭ ‬ese Belovzorov,‭ ‬no quiero casarme con él.‭ ‬Yo,‭ ‬quiero vivir contigo.‭ ‬Esta es nuestra oportunidad.‭ ‬Nuestra oportunidad para amarnos asta la muerte.-

Dimitri la miró desconcertado.‭ ‬Los ojos,‭ ‬grandes y vivos,‭ ‬de Katerina,‭ ‬se clavaban sobre su mirada interrogándole,‭ ‬tratando de ver en sus adentros y rogándole que la salvara de su destino.‭ ‬La mano de Dimitri se paseó por los dorados cabellos de la joven.‭ ‬Sus dedos acariciaron el lóbulo de su oreja,‭ ‬su babilla y sus pálidos y ligeramente sonrosados carrillos.‭ ‬Sabía que aquello le encantaba.‭ ‬Sentía como apretaba su cara contra la palma de su mano mientras cerraba los ojos.‭ ‬Como le devolvía la caricia con sus dedos,‭ ‬finos y con uñas cuidadas,‭ ‬en su mentón,‭ ‬su barba y su cuello.‭ ‬Ambos se conocían demasiado bien.‭ ‬Sabían exactamente lo que el otro sentía.‭
Dimitri se imaginó,‭ ‬por un instante,‭ ‬solo un instante,‭ ‬a si mismo como el marido de esa mujer.‭ ‬Veía a los dos viviendo en una casa,‭ ‬paseando de la mano,‭ ‬criando a sus hijos,‭ ‬envejeciendo juntos.‭ ‬Disfrutó aquel sueño.‭ ‬Y luego se repitió a así mismo que aquello era todo lo cerca que nunca estaría de vivir aquella vida.‭

-Katerina. Esto ha llegado demasiado lejos. Ese tren, esa fuga. ¿Hablas en serio? Si quisiera vivir como un pobre vagabundo, me quedaría aqui. Almenos estaría a salvo de la ley. Escuchame, será mejor que te diviertas con tu marido cuando venga y te olvides de mi.-‭

Dimitri veía todas sus esperanzas esfumarse,‭ ‬sentía como la vida se le iba como la arena se va entre los dedos de una mano que se cierra.‭ ‬Pero huir de esa manera,‭ ‬obligando a Katerina a vivir una vida de miseria,‭ ‬escapando de la ley,‭ ‬hasta que todo terminara con una detención.‭ ‬No,‭ ‬jamás se perdonaría algo así.‭ ‬Katerina no merecía esa vida.‭

-No,‭ ‬por favor.‭ ‬No me abandones.‭ ‬No me dejes.‭ No puedes. ‬Quiero ser feliz,‭ ‬feliz contigo.-

-Escucha. Y escuchame bien porque solo lo repetiré una vez. Sin tu apellido, sin estas tierras que tienes, no me vales de nada-

Katerina rompió a llorar.‭ ‬Empujó a Dimitrí con violencia y avanzó hacia la puerta.‭ ‬En ese momento,‭ ‬Dimitri pudo haber dicho una infinidad de cosas.‭ ‬Podría haberle dicho que la amaba más que nada en el mundo,‭ ‬que no soportaría verla marchar,‭ ‬o que prefería morir a dejar de amarla,‭ ‬pero no dijo nada.‭ ‬Quería a Katerina más que a si mismo,‭ ‬Adoraba a aquella mujer que ahora le odiaba,‭ ‬que lloraba por su culpa.‭ ‬Y precisamente por eso,‭ ‬porque la amaba demasiado,‭ ‬tenía que herirla,‭ ‬tenía que hacerla sufrir.‭ ‬Tenía que dejar que se fuera.‭ ‬Antes de abandonar la habitación,‭ ‬Katerina se volvió.‭ ‬Le miró durante unos instantes.‭ ‬En total silencio.‭ ‬Y se fue.‭
Aquella noche,‭ ‬Dimitri pensó en Katerina.‭ ‬Pensó en aquel hombre,‭ ‬aquel Belovzoroz besando sus labios,‭ ‬apretando con sus manos el delicado cuerpo de la joven,‭ ‬jadeando como un perro sobre ella,‭ ‬manchando con su sudor la piel que él había acariciado y besado mil veces,‭ ‬y que otras mil lo haría si pudiera.‭ ‬Se imaginó a los recién casados paseando entre la gente,‭ ‬celebrando una fiesta por su matrimonio.‭ ‬A katerina buscándole con una mirada oscura y vacía.‭ ‬No pudo contener su furia.‭ ‬Golpeó con todas sus fuerzas una pared.‭ ‬Una vez.‭ ‬Otra.‭ ‬Otra.‭ ‬Otra.‭ ‬Otra.‭ ‬Hasta que la rompió.‭ ‬Y callo de rodillas,‭ ‬con sus nudillos ensangrentados.‭ ‬Y por primera vez desde hacía mucho tiempo,‭ ‬rompió a llorar.‭

El ajetreo de los preparativos para la boda era incesante.‭ ‬Katerina apenas pudo encontrar un rato para escapar del bullicio para encaminarse hacia la aldea.‭ ‬Deambuló entre las modestas cabañas y casas desvencijadas hasta llegar a la de Dimitri.‭ ‬Sentía un nudo en el estomago.‭ ‬Quería hablar con él. Con el hombre que la había traicionado.‭ ‬Solo una vez más.‭ ‬Solo quería despedirse de él.‭ ‬Solo verle por última vez.‭ ‬Solo poder conservar un último recuerdo feliz de su amor.‭ ‬Llamó a la puerta.‭ ‬Nadie abrió.‭ ‬Solo tras insistir apareció la madre de Dimitri del otro lado de la hoja.‭ ‬Tenía la cara ajada y distante,‭ ‬con los ojos enrojecidos por el llanto.‭ ‬Katerina le preguntó por Dimitri.‭ ‬la mujer contestó que no sabía nada de él desde que se había ido.‭ ‬Un día,‭ ‬al volver de trabajar,‭ ‬golpeó hasta romper una pared‭  ‬de madera en plena noche.‭ ‬Después,‭ ‬sin apenas despedirse,‭ ‬se subió a uno de los trenes que recogía reclutas para la guerra contra los Nazis.‭ ‬Katerina se quedó sin palabras para contestar.‭ ‬Sentía como sus piernas le fallaban.‭ ‬Se apoyó contra un muro de la casa para no caer en la espesa nieve.‭ ‬Justo cuando se disponía a irse,‭ ‬la anciana le dio una gargantilla dorada.‭ ‬Dijo que era de su hijo.‭ ‬Que pensaba dársela a alguien especial.

lunes, 7 de marzo de 2011

Tres días de amor (Segunda parte)


El pequeño hotel estaba abarrotado por una infinidad de ruidos.‭ ‬No era de extrañar,‭ ‬siendo,‭ ‬como era,‭ ‬pleno Verano,‭ ‬o lo que sea que se pudiera llamar Verano,‭ ‬en Leningrado.‭ ‬Durante aquel Agosto de‭ ‬1960‭ ‬estudiantes de todo el Báltico habían sido enviados a la gran urbe soviética con la intención de agudizar sus conocimientos.‭ ‬Pero pocos eran los conocimientos que estos parecían haber adquirido,‭ ‬salvo aprender a disfrutar del mejor Vodka del lugar.‭ ‬Los cánticos,‭ ‬los ruidos,‭ ‬las conversaciones a gritos,‭ ‬e infinidad de otras cosas que allí se producían apenas podían ocultarse tras las roídas puertas de madera y los cristales recubiertos por cicatrices,‭ ‬saliendo desbocados hacia la modesta calle que cruzaba ante las puertas del hotel.‭ ‬Entre las desiertas calles,‭ ‬que aun con un rumor de voces en la lejanía no perdían su silencio nocturno,‭ ‬Katerina avanzaba taconeando sobre el pavimento con unos magníficos zapatos italianos que los contactos de su marido habían traído desde el otro lado de la frontera.‭ ‬Precisamente era a él a quien aguardaba.‭ ‬Ser la esposa del comisario de relaciones comerciales del C.O.M.E.C.O.M.‭ ‬suponía,‭ ‬además de una larga lista de secretos privilegios,‭ ‬alguna incomodidad,‭ ‬como eran,‭ ‬por ejemplo,‭ ‬los incómodos viajes que resultaban inherentes a tal cargo.‭ ‬Más de una vez había imaginado con cierta envidia el disfrutar de otra clase de vida,‭ ‬de ser la esposa de un hombre corriente.‭ ‬Las yemas de sus dedos acariciaron la gargantilla que se abrazaba a su cuello.‭ ‬Sus ojos miraron al vacío.

Aquel era el hotel donde Katerina tenía que esperar a su marido.‭ ‬Belovzorov llegaría al día siguiente y juntos volverían a Moscú.‭ ‬Apenas hacía un año que ostentaba el recién creado cargo,‭ ‬más aquellos apresurados y largos viajes ya eran costumbre.‭ ‬A Katerina le hubiera gustado conocer las actividades,‭ ‬las reuniones de Belovzorov.‭ ‬Siempre se mostraba interesada en esos asuntos y siempre obtenía igual respuesta,‭ ‬ver como Belovzorov,‭ ‬de manera más o menos delicada,‭ ‬la apartaba de ellos.‭ ‬Algunas veces,‭ ‬tras los viajes más largos,‭ ‬notaba en la chaqueta de su marido un perfume desconocido,‭ ‬un olor diferente.‭ ‬Nunca le preguntaba por ello.‭ ‬Era algo que quería no saber.‭ ‬Siempre que volvía la trataba como a su esposa.‭ ‬Como un hombre ha de tratar a su mujer.‭ ‬Para ella,‭ ‬era suficiente.‭ ‬No le importaba lo demás.‭ ‬Además,‭ ‬ya había cumplido los cuarenta,‭ ‬demasiada edad.‭ ‬Siempre pensaba lo mismo cuando se cruzaba con alguna mujer más joven.‭ ‬Más hermosa.‭ ‬Quizá ella fuera joven alguna vez.‭ ‬Años atrás.‭ ‬Quizá amara,‭ ‬de verdad.‭ ‬Y fuera amada.‭ ‬Alguna vez.‭ ‬Años atrás.‭
Sus manos corrieron las endebles hojas de las puertas del hotel mientras los más zánganos de los jóvenes permanecían todavía en el gran salón del hotel,‭ ‬apurando los culos de las botellas mientras sus enrrogecidas caras se quedaban dormidas sobre los butacones.‭ ‬El salón principal no era de proporciones modestas,‭ ‬si bien solo en algunos tramos conservaban las paredes un papel decorativo del que hacía ya años que se habían ido los colores y dibujos.‭ ‬El resto de las paredes de la estancia no estaban,‭ ‬ni con mucho desnudas,‭ ‬sino recubiertas por cada rincón de grasa de las cocinas y gruesos trazos de pintura que no hacían sino evidenciar los desconchados que pretendían ocultar.‭  ‬La visión de aquel lugar asqueó a Katerina.‭ ‬Pero aquello era lo único que se podía encontrar.‭ ‬Pensó que,‭ ‬por lo menos,‭ ‬dispondrían de habitaciones.‭ ‬Si no,‭ ‬al fin y al cabo,‭ ‬siempre se podría echar a un par de aquellos mocosos y ruidosos jovenzuelos,‭ ‬máxime para saciar las necesidades de la esposa de un hombre como Belovzorov.‭ ‬Al otro lado del salón,‭ ‬un hombre de semejante edad,‭ ‬con un porte encorvado y sombrío,‭ ‬apuraba su vaso de Vodka.‭ ‬Dimitri dejaba caer por sus labios y su garganta el áspero líquido mientras contemplaba la pared,‭ ‬la mesa,‭ ‬las sillas,‭ ‬las lámparas,‭ ‬la cara de Kjrusev estampada en el retrato,‭ ‬el rostro apático del camarero,‭ ‬la ventana medio rota por la que se colaba el viento de fuera y los ladridos de un perro callejero.‭ ‬Dejaba correr las horas de un día,‭ ‬de una vida que parecía que no se terminaba nunca.‭ ‬De repente,‭ ‬sus ojos tropezaron con la mirada de Katerina.‭ ‬Solo un instante,‭ ‬un segundo.‭ ‬Aquel rostro de mujer,‭ ‬que había dejado de ser joven pero no de ser bello,‭ ‬se paralizó al reconocerle.‭ ‬Si.‭ ‬Era ella.‭ ‬Dimitri se sobresaltó,‭ ‬dejando caer al suelo su vaso de Vodka que se deshizo en mil pedazos inundando con su contenido todo el suelo del salón.‭ ‬No había duda.‭ ‬Uno de los encargados la llevó escaleras arriba.‭ ‬Y desapareció tras una puerta.‭ ‬Las manos de Dimitri sudaban.‭ ‬Era ella,‭ ‬si.‭ ‬Y le había reconocido.‭ ‬Sin duda.‭ ¿‬Y ahora que‭? ‬A sus espaldas,‭ ‬un ruido se alzó.‭ ‬El estrépito del vaso rompiéndose había despertado a uno de los ebrios estudiantes.‭

Katerina daba vueltas en su habitación.‭ ‬Sus frenéticos pensamientos solo eran interrumpidos por el chirriar de las tarimas a sus pies.‭ ‬Jamás había imaginado volver a ver aquella cara.‭ ‬Ya la había olvidado.‭ ‬Después de años,‭ ‬había podido dejarla atrás.‭ ‬Sus manos temblaban.‭ ¿‬Tenía que permanecer allí‭? ¿‬Tenía que buscarle‭? ‬Por primera vez en muchos años no dudaba entre hacer lo correcto,‭ ‬lo legal,‭ ‬o lo que prohibían las leyes.‭ ‬Eso no le importaba.‭ ‬Dudaba por no saber lo que realmente deseaba.‭ ‬Una vez,‭ ‬en su juventud,‭ ‬había deseado sobre todas las cosas estar junto a Dimitrí.‭ ‬Pero aquello había sido en su juventud.‭ ‬Ahora era otra mujer,‭ ‬otra Katerina.‭ ‬Y lo era por culpa de aquel maldito Dimitri.‭ ‬Ojala no le quisiera,‭ ‬deseaba no sentir nada por el como nunca antes había deseado otra cosa.‭ ‬Deseaba no amar a alguien que la había hecho llorar.‭
Mientras todas estas tribulaciones rondaban por su cabeza,‭ ‬escucho como tres golpes,‭ ‬firmes y secos,‭ ‬retumbaban al otro lado de la puerta.‭ ‬Permaneció en silencio unos segundos.‭ ‬Puede que solo fuera un trabajador del Hotel,‭ ‬o alguno de aquellos jóvenes borrachos.‭ ‬Pero,‭ ‬nuevamente,‭ ‬aquellos nudillos se estamparon contra la madera de la puerta.‭ ‬Katerina se acercó.‭ ‬Trató de escuchar su voz desde el otro lado de la puerta.‭ ‬Era él.

-Katerina.‭ ‬Hola.‭ ‬Me pareciste tu cuando te vi abajo.‭ ‬Creí que ya nunca volvería a verte.‭ ‬Si quieres,‭ ‬puedo invitarte a tomar un Vodka.‭ ‬Deberíamos hablar.-

La mujer no contestó.‭ ‬Trataba de mantener el silencio.‭ ‬Su respiración temblaba y su corazón se agitaba.‭

-Se que estás enfadada.‭ ‬Lamento haberte decepcionado.‭ ‬De veras,‭ ‬ojalá lo hubiera hecho.‭ ‬No pasa un día sin que me arrepienta de no haberlo hecho.‭ ‬Pero...-

Las palabras que sonaban desde el otro lado de la puerta parecieron titubear.‭ ‬Luego se transformaron en unos pasos que se fueron por el estrecho pasillo.‭ ‬Luego silencio.‭ ‬Katerina sentía como una lágrima recorría su mejilla.‭ ‬Acercó su oído a la puerta.‭ ‬Nada sonaba al otro lado.‭ ‬Vacilando,‭ ‬dio unos pasos hacia la cama.‭ ‬Pensó que lo mejor sería tratar de dormir.‭ ‬y,‭ ‬en efecto,‭ ‬habría sido lo mejor.‭ ‬Tan rápido como sus piernas pudieron,‭ ‬cruzó su habitación y salió al pasillo,‭ ‬totalmente vacío.‭ ‬Corrió escaleras abajo,‭ ‬al piso inferior.‭ ‬Unos ruidos de una cerradura que se resistía a dejarse abrir la guiaron.‭ ‬Vió a Dimitri.‭ ‬Corrió hacia él.‭ ‬Se fundieron en un abrazo.‭

La habitación de Dimitri era pequeña,‭ ‬fría y ruidosa.‭ ‬Las cocinas estaban justo debajo y el bullicio era incesante.‭ ‬La ventana,‭ ‬roída por las termitas,‭ ‬no impedía al viento colarse dentro de la estancia,‭ ‬la luz iba y venía constantemente,‭ ‬las sabanas estaban raídas y el colchón era incómodo.‭ ‬Pero nada de esto le importaba a Katerina.‭ ‬Sentía como los labios de Dimitri recorrían cada centímetro de su piel,‭ ‬como volvía a sentir las mismas cosquillas.‭ ‬Pasaron las horas mientras se buscaban entre las sabanas,‭ ‬mientras compartían el mismo calor.‭ ‬Mientras se besaban,‭ ‬mientras se miraban,‭ ‬cara a cara,‭ ‬en silencio.‭ ‬Solo mirándose,‭ ‬a los ojos,‭ ‬como si ya no quisieran volver a ver otra cosa en el resto de sus vidas.‭ ‬Las horas pasaban.‭ ‬Mientras la Luna les contemplaba,‭ ‬la mano de Dimitri acarició el cuello de katerina hasta tropezar con la gargantilla de oro.‭

-Me suena de algo-‭ ‬Dijo entre susurro.

Katerina se sonrió.‭ ‬De dijo que al final llegó a sus manos.‭ ‬Que su madre se lo había dado cuando él ya se había ido.‭

-‭¿‬Y que se supone que hace alguien como tu en este hotel,‭ ‬turismo‭?

-Más o menos.‭ ‬La redacción del Praztda me ha citado aquí para mañana.‭ ‬Quieren entrevistarme.‭ ‬Al parecer soy un héroe de la guerra.‭ ‬Han tardado dieciséis años en darse cuenta pero al menos me lo agradecen-‭ ‬Dijo con cierto tono de sorna.‭ ‬-No se si será por lo que dicen que está pasando en Berlín,‭ ‬pero últimamente están saliendo héroes hasta de debajo de las piedras-‭    

Las dos voces hicieron una silencio que Dimitrí rompió unos instantes después.

-Me alegra que lo conserves-

-Por que no lo haría.‭ ‬Es mío,‭ ‬al fin y al cabo.-

-Creo que estaba equivocado.‭ ‬Ya sabes.‭ ‬Aquella vez,‭ ‬cuando teníamos veinte años.‭ ‬Debería haberlo hecho.‭ ‬Deberíamos haber subido a ese tren.‭ ‬Fui un idiota.-

katerina volvió su mirada hacia el infinito.

-Sabes una cosa.‭ ‬Cuando estaba en la guerra,‭ ‬me acordaba de ti todos los días.‭ ‬Cuando estaba en el frente y me disparaban,‭ ‬cuando estaba en la enfermería,‭ ‬entre la vida y la muerte,‭ ‬cuando en pleno invierno se me congelaban las manos o teníamos que avanzar entre la nieve.‭ ‬Nunca dejaba de pensar en ti.‭ ‬Pensaba que,‭ ‬no sé,‭ ‬puede que en cuanto volviera a casa te encontrara.‭ ‬Fui a buscarte,‭ ‬pero me dijeron que ahora vivías en Moscú.‭ ‬Me mudé allí.‭ ‬Constantemente tenía la esperanza de encontrarte en cada esquina,‭ ‬en cada calle que cruzaba.‭ ‬Algunas veces me pasaba al día recorriendo las calles,‭ ‬pasando por las plazas más concurridas.‭ ‬Buscándote.‭ ‬Cada vez que salía de casa tenía la esperanza de que nos cruzásemos por casualidad.‭ ‬Pero un día dejé de hacerlo.‭ ‬Simplemente.‭ ‬Me desperté y todas las esperanzas de encontrarte solo...‭ ‬se habían ido.‭

Katerina se incorporó.‭ ‬Le miró a los ojos.‭ ‬Notaba como,‭ ‬con las últimas palabras,‭ ‬la voz de Dimitri había titubeado.‭



-‭¿‬Ya está‭? ¿‬Eso es lo que tienes que decirme‭? ‬Todos estos años.‭ ‬Cada uno de los días que han pasado desde que nos vimos por última vez he querido preguntarte lo mismo.‭ ¿‬Por que me dijiste que no‭? ¿‬Por que no viniste con migo‭? ¿‬Por que me dejaste sola‭? ‬Te quería,‭ ‬y te quiero.-

-Tenía miedo.‭ ‬No sabía que hacer.‭ ‬Me equivoqué-

-Te equivocaste.-‭ ‬Katerina no pudo contener las lágrimas.-‭ ‬Te estuve esperando.‭ ‬Sabía que estabas lejos,‭ ‬pero te esperé como una idiota hasta la mañana del día de la boda.‭ ‬Me he pasado toda la vida pensando en ti.‭ ‬No sabía si estabas vivo,‭ ‬muerto,‭ ‬si vivías en Moscú o con tus padres...-

-‭¡‬Pues vallamonos‭! ‬Ahora.‭ ‬Tengo algo de dinero.‭ ‬Vallamos a Berlín.‭ ‬Puede que incluso podamos sobornar a algún guarda para que nos deje pasar a Occidente.‭ ‬Viviremos una nueva vida.‭ ‬La que debíamos haber vivido hace años.‭ ‬Ahora no tengo miedo.‭ ‬Hagamoslo.-

Katerina,‭ ‬sin responder,‭ ‬se levanto de la cama y corrió hasta la puerta mientras sus manos aprehendían,‭ ‬salvajes la ropa que se esparcía por la habitación.‭ ‬Dimitrí trató de seguirla.‭ ‬La sujetó en el momento propicio para impedir que saliera corriendo desnuda por el pasillo del hotel.‭ ‬En su mirada se mezclaban dolor,‭ ‬ira y llanto.‭ ‬Ella trataba de no mirarle.‭ ‬caminó con lentitud y se vistió en silencio.

-Debería irme ya a mi habitación.‭ ‬Estar en una habitación con un hombre que no es mi marido esta prohibido,‭ ‬máxime siendo la esposa del Camarada Belovzorov,‭ ‬te traería problemas si no ne marcho ya.-

Dimitri la miraba en silencio.‭ ‬Apenas podía contemplar como se vestía,‭ ‬como se preparaba para desaparecer otra vez de su vida.‭ ‬Ella se quitó de su cuello la gargantilla dorada por primera vez desde hacía más de quince años.‭ ‬La puso sobre la mesa.‭

-Puedes quedártela.‭ ‬Ahora te pertenece-

-Katerina,‭ ¿‬Que significa esto‭?‬-‭ ‬Dijo Dimitri acercándose.‭ ‬-‭ ‬Por que no la quieres.‭

-La he conservado.‭ ‬La he estado mirando durante años.‭ ‬Nos he imaginado,‭ ‬juntos.‭ ‬Amándonos.‭ ‬Siendo felices.‭ ‬Era feliz cuando la contemplaba.‭ ‬Quería,‭ ‬quiero ser feliz contigo.‭ ‬Si ahora nos vamos,‭ ‬si escapamos,‭ ‬ocultándonos de todos hasta que nos encuentren y nos separen.‭ ‬Si emperezamos a vernos en secreto,‭ ‬esperando el día en que alguien nos descubra y seas ejecutado por mi culpa.‭ ‬No quiero vivir esa vida.‭ ‬Pudimos ser felices,‭ ‬pero lo dejaste pasar.‭ ‬No quiero recordarte más,‭ ‬no quiero sufrir más por ti.‭ ‬Porque si lo sigo haciendo,‭ ‬si continuo mirando esta gargantilla cada noche,‭ ‬terminaré volviéndome loca o llevándote ante un pelotón de fusilamiento.‭ ‬Y si no puedo tener una vida contigo,‭ ‬una vida feliz,‭ ‬almenos quiero poder conservar un buen recuerdo.-

Las lágrimas corrían por la cara de Katerina.‭ ‬Su garganta apenas dejaba pasar el aire.‭ ‬Mientras se dirigía a la puerta,‭ ‬mientras dejaba aquella habitación atrás,‭ ‬Dimitrí le habló por última vez en su vida.

-Sabes esos hombres que se levantan por la mañana y piensan en esa mujer que dejaron escapar.‭ ‬En las vidas que pudieron vivir.‭ ‬Que lloran cuando nadie les ve,‭ ‬que cuando caminan no salen a donde ir y que tratan de escapar de sus recuerdos bebiendo.‭ ‬Yo soy uno e esos hombres.-

Cuando hubo terminado,‭ ‬la puerta se cerró bruscamente.



A la mañana siguiente,‭ ‬el Camarada Belovzorov llegó al hotel rodeado por una corte de unos diez secretarios,‭ ‬asesores,‭ ‬ayudantes,‭ ‬etc.,‭ ‬que se mezclaron con el grupo de estudiantes que trataba en vano de escapar de la vil y dolorosa luz diurna.‭ ‬Katerina no tardó en aparecer en el salón para acompañar a su marido.‭ ‬Cuando la pareja abandonaba el salón del hotel,‭ ‬Belovzorov reparó en un individuo que se hallaba sentado en un apartado butacón.‭ ‬Se encaminó hacia él mientras pedía a su esposa que le acompañara.‭ ‬Al llegar al lugar,‭ ‬se encontró nada menos que con Dimitri Petrov,‭ ‬el importante héroe de guerra.‭ ‬Belovzorov de estrechó la mano y de modo afable de informó de que últimamente se hablaba de él bastante en Moscú,‭ ‬así como de tantos otros héroes de la guerra contra la Alemania de Hitler.‭ ‬Dimitri no dudó en corresponder a los cumplidos de tan estimable camarada.‭ ‬Tras esto,‭ ‬Belovzorov le presentó a su esposa,‭ ‬Katerina.‭ ‬Dimitri dio a la mano que aquella mujer un frió beso que apenas rozó su piel.‭ ‬Se miraron a los ojos unos instantes.‭ ‬Luego,‭ ‬Belovzorov y su esposa se fueron del hotel.‭ ‬El comenzó a contarle lo sucedido en el viaje mientras ella,‭ ‬sin escuchar,‭ ‬miraba hacia el infinito.‭ ‬Dimitrí siguió con la mirada a la pareja hasta mucho después de que el coche oficial en el que se habían ido hubiera desaparecido aplastado por el horizonte.‭